El sueño de Gustavo es que todos sean hinchas de Malvinas

Desde siempre vinculado al fútbol, Gustavo Lencina, que jugó en el ascenso, sintió la necesidad de homenajear a quienes cayeron en las islas y la mejor forma que encontró para recordarlos fue fundar un club con el nombre de ese territorio argentino


El delantero, inquieto y movedizo, amaga ante el arquero y se la coloca a un costado al fondo, con calidad de profesional. Es una tarde cálida, y el goleador pertenece a esos once jóvenes de azul que trabajan para generar un equipo compacto y que realizan su entrenamiento con vistas a su debut absoluto en un torneo oficial, en febrero.

Pero lo valioso es el origen de este equipo, que hace solo tres años era un sueño que sostenía Gustavo Lencina (50), quien fue jugador de fútbol allá por los ‘90 en varios clubes de ascenso y que, de algún modo, sintió la necesidad de homenajear a los cientos de combatientes que en 1982 pusieron el cuerpo en la defensa del territorio de las islas Malvinas, más allá de las graves irresponsabilidades del gobierno militar que decidió la invasión de las islas.

Esa necesidad de perpetuar la memoria se tradujo en la fundación del Malvinas Argentinas Fútbol Club, una entidad que está dando sus primeros pasos en el fútbol local, que se inscribió en la Liga Matancera, y allí participará desde febrero, con vistas a obtener un cupo para el ascenso al torneo Federal C.

Como no podía ser de otra manera, la camiseta del club es blanca con franjas celestes horizontales, una lista negra en señal de luto por los caídos, y el escudo de las islas al centro. El equipo viene conformándose desde hace poco más de dos años, y entrena en las instalaciones del Centro Recreativo Don Bosco, un amplio campo de deportes que está en Aldo Bonzi, al costado de la Ricchieri, y donde será local cuando empiece el torneo.
Gustavo, que está casado, tiene cuatro hijos (dos de ellos futbolistas) y tres nietas, nació y vive en Carlos Spegazzini, en el partido de Ezeiza, y cuenta que “por siempre estuve vinculado al fútbol”.
Comenta que “desde chico me gustó el fútbol, vivía al lado de una cancha” y señala que “hice inferiores en Tristán Suárez, y más adelante, por medio de un amigo, comencé a jugar para un equipo del consulado paraguayo, en un torneo mundialista que se hacía en el predio del Pato Fillol, en Saavedra”.

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